Fijada en la ventada con la mirada declive en el tazón
de margaritas cariñosas como la gata
de la hija y la gata de la hija en el sofá reposada.
ella recordaba...
Lejanas como gaviotas en las playas haciendo paje
con el viento y las nubes amarillas del cielo,
y de color gris tejido con girasoles
su vestido.
Lejanas notas escuchadas a cuadras, detrás de las montañas
y más allá de las fronteras.
son ellas tropicales, primaverales, de entrañable
armonía.
Con las praderas humedecidas por sus lluvias
perlas, joyas, collares de ellas, vida,
Y el recreo entre ellas provocando risas.
cantaba el ruiseñor y las demás hacían copla.
Que diría el diccionario del amor si
mi diario dice Él
cuando los domingos las mañanas
eran aburridas hasta que sus notas escuche.
De Olor a sopa, a campo y a zanahorias
a fresas, a manzanas, a sus notas
cercanas en el balcón.
Que diría mi padre de Él si mi
conciencia dice amarle.
Dejando atrás los panes calientes del
desayuno solo para alcanzarle
una rama y otra más y él aun dormido
cuando los cerezos ceñian mi cabeza.
Eran notas en sus manos, en sus uñas, en mi piel
en mis senos y volvía a sonreír.
¡Que sublimes notas! que crearon a mi poesía
oculta, amada, criada, claridad.
De limonada, dulce o amarga y el hielo
en ella enfriando mis venas
en la mesa del jardín aquella tarde.
buscando su abrazo, cálido o suave,
soñando otra vez.
Fijada en la ventada con la mirada declive en el tazón
de margaritas cariñosas como la gata
de la hija y la gata de la hija en el sofá reposada.
ella recordaba su rostro dormido desde el cerezo
y en su diario escuchare tus notas desde lejos.
Eran sus notas en el piano
sus caricias en mi.


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