con un payaso muy gracioso quien después
de la función te diría lo hermosa que eres
y tomando tu mano diría lo mucho
que te ama, en el poco tiempo
que le viste saltar, reír, hacer muecas...
y te preguntara si estuvieras con él toda la vida.
¿ Que le dirías?
Unos labios, dos sonrisas y la mirada más eterna
jamás conocida, aquella sutil,delicada, profunda como el
océano y azul como el cielo.
Las sonrisas voladoras galopando entre las costillas
como las hojas del otoño en el viento,
el carmín decorando aquellos labios y el rosa
pastel las mejillas.
Recuerdo del sinónimo a naturaleza, la de sus pupilas,
las del río y su agua fría, la de sus dedos, de las manos,
de los pies.
del cariño y las caricias, del beso marcado en
la mejilla y el susurro te quiero en el oído.
De la despedida, callada, silenciosa, muda,
solo la mirada jamás olvidada.
Cantando, riendo, cosquillas y caramelos,
llorando conmigo y yo con él, por que
hasta en lugar más pequeño del
llorando conmigo y yo con él, por que
hasta en lugar más pequeño del
circo hay lágrimas.
¡No!, No hay que llorar si el dolor atormenta la piel
transparente de mi enfermedad,
cruda, severa, curtida, madura desde niña,
su niña.
Muda como la despedida, recordada como la mirada,
y ahora tumbada como remota señora en la cama.
Del añejo ese como las palmas, la tierra y sus bananas
el calor en ella mojada, las montañas y sus cañas,
su barro, su color verde, su olor a madera
y las plumas de la gallina en los huevos.
Del baile mañanero y el tabaco en sus dientes,
eso es un recuerdo, infante, inocente, el más
lejano.
Del cariño y las caricias es otro que en las almohadas
canta, manchado por las lágrimas, las del
alma, mi alma.
De muchos que aun respiran en la memoria, llorona,
deseada ser anulada, solo queda el de él
intacto, sereno, tímido y titubeando.
Esperando una respuesta sentado tras las cortinas
coloridas del circo con su nariz roja,
y yo pereciendo en mis frías sabanas


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