
Sin envoltura y el frió ahogando
el pulso de mi muñeca
lo pierdo, lo busco, es efímero el tiempo
en el cual sonaba dentro del corazón.
Componiendo la tercera prosa callada
de mi poesía, ignorando mi ente homicida.
de mi poesía, ignorando mi ente homicida.
Sin escuchar con la miel en los oídos
una frontera entre su latido y el mio,
anular la poca noción de aquella diminuta
mente durmiente era
propio de mi suceder.
Es deuda interna que no tiene precio
pagándola con cada gota de mi sangre
perdida, gastada, soñada, amada.
echa nada el tiempo herido, el que se ha
hundido, en el pavimento, en el sillón
en mis manos, en las de mi amado.
Pesadilla invocando cada escena de
aquella pobre noche inmensa,
pobre por su naturaleza siendo sorda
del llanto sublime aquel de su minuscula
garganta.
garganta.
No hay llanto, solo el mio restando
el fragmento de ser humana por ultima
vez y haciendo añicos aquella estrella
pegada a mi tez.
gemía sin respirar sola, quebrantada,
sellada, olvidada, escondida de mi.
sellada, olvidada, escondida de mi.
Ínfimo sus dedos, sus pupilas, sus manitas
bañadas en lanugo y su piel rosa pastel.
Sin conocer por tantas veces
precavida aquella magnifica
y gran creación,
y gran creación,
su color, su esencia, su alma,
su diminuta columna vertebral.
Secreto no ha mas de ser,
en lo mas profundo
en lo mas profundo
donde muere el sol, mi sol
descolorido, ausente, mudo,
siendo siempre
siendo siempre
soñador del recuerdo como mariposa
encerrada en el tiempo.
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