Gritar, aveces, es necesario. Pero hoy soy muda.

viernes, 8 de julio de 2011

En el regazo de la muerte.

Uno mismo, uno para todos
y todos para uno.
y dos más dos no siempre
son cuatro.
Hombres que no lloran,
pero las lagrimas de un
soldado se secan sobre
la lapida donde yace
su mejor amigo.

Por siempre queda el rostro
de quien marco, de quien
detuvo el tiempo o se
fue de viaje y nunca regresó.
La madrugada fria me dice
que no hay trenes a esta hora,
no hay galones de gasolina
ni cerillos.

Busco la escoba de Dalia para
limpiar los escombros del
cuarto. Uno menguante a
media noche.
Papelitos, migajas, hebras
castañas y lagrimas.

Un grito, desesperado suena
como serenata a una condena
invisible. A las Lunas menguantes
en el regazo de la muerte.

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