
La luna viene con nosotros, grande, redonda, pura.
no sé qué cabras negras, entre las zarzamoras...
Alguien se esconde, tácito, a nuestro pasar...
Sobre el vallado, un almendro inmenso,
níveo de flor y de luna, revuelta la copa con
una nube blanca, cobija el camino
asaeteado de estrellas de marzo...
Un olor penetrante a naranjas...,
humedad y silencio...
La cañada de las Brujas...
—¡Platero, qué... frío!
trota, entra en el arroyo, pisa la luna
y la hace pedazos.
Es como si un enjambre de claras rosas
de cristal se enredara, queriendo retenerlo,
a su trote...
Y trota Platero, cuesta arriba, encogida la grupa
cual si alguien le fuese a alcanzar, sintiendo
ya la tibieza suave , que parece que nunca llega,
del pueblo que se acerca...
(Platero y Yo)
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