Gritar, aveces, es necesario. Pero hoy soy muda.

domingo, 12 de febrero de 2012

Hermosa Miseria.


Cuando todo nace de nuevo.


La noche se estremece porque aun es de
madrugada y casi se asoma paciente
el alba, el alba de tus mejillas narajas.
Te veo cortar algo en la mesa del comedor,
cortas los tallos de los girasoles y los tallos
de las margaritas que yo te traje ayer del
invernadero mientras pretendias encontrar
una concha en la orilla del rio.
Sientes algo, un sonido que se desliza como
serpiente por los pisos del pasillo, crees que
alguien se ha despertado, crees que ha sido
el mundo, entonces en tus unicos minutos
de paz te estremeces, piensas llorar, rezas para
que la madrugada de ti nunca se valla. Amas
ese olor del rocio, el lívido brillo en el horizonte
a las seis y media, cuando empienzan abrirse los
pétalos morados de las vervenas y los amarillos
de las silvestres, amas todo cuando vuelve a nacer,
cuando parece que despiertan en el amanecer y sin
brisa las palmas de los plátanares secan las gotas de sus
hojas. Estás observando por la ventana de madera la llana
y verde hierba del patio, estás orando con la mirada, una corta,
pequeña, que le llegue a tu creador simplemente con amor y se
te escapa el alma de niña que corre hacia afuera, que emerge en
la neblina fría del campo y parece la flama de la vela que alumbra
en la cocina, entonces reposas.
Pero aun asi te sientes sola, que lo unico que te acompaña
es otro sonido, quizas el de los grillos, el rio o los pasos
de quien va a sacarte de allí para llevarte lejos, lejos
de mi.

Estoy en el mueble de la sala sumergida en un leve
grisaceo porque los rayos del sol aun no penetran
por las ventanas, rodeada de paredes amarillas, respirando
de la canela y de la lavanda en el jarro de cristal, entonces te miro,
te quiero decir buenos dias, pero vuelves a tu cama, te sientas,
quieres dormir porque ya amaste a la madrugada,
el unico instante de tu efímera felicidad.


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