
Amarillo de todo, desde el sol a las estrellas,
de la noticia cuando murio la Luna, cuando
la muerte se apoderó de la Osa mayor.
Oh! tierna la lunara que murio en brazos
de la tierra, la separada de los cielos.
Amarillo de mis narizes y el olor a sal,
de las costas arenosas y el lejano litoral.
Amarillo de las flores enterradas, y los
gusanos que calcomen sus esquinas.
Tan bellas, tan amarillas, tan mariposas.
Cuando el sol mató a mil Lunas y las mil Lunas
están rotas. Tan rotas que no pueden ni ver,
ni respirar, ni llorar más.
Robo intermedio entre el segundo del frío
y el casi invierno, pero muere. Tan amarillo
como ayer, como margarita en los margenes
de Poseidon y él para mi, también amarillo.
Amarillo como las escamas de mi pez, como
la lluvia tal vez o los rincones de la inocencia.
Eres amarillo de mi universo completo,
de mi amor, de las pupilas, de un vago
adios y de un beso a mitad.
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