El alfiler cocía su boca para que las palabras de allí no
salieran.
El alfiler cocía su estomago para que de el las mariposas
no escaparan.
El alfiler cocía su nariz para que nunca volviera a respirar.
El alfiler cocía su orgullo, su materia y su matriz.
El alfiler no terminaba de cocerle toda, el alfiler quería
terminar...
el alfiler cocía su recuerdo para que no volviera a soñar.
Ella vestida de melancolía, que la llevaba hasta en el
pajón, ella calmada, sin gritos, cocida por el alfiler.
Que triste es, cuando el alfiler se apodera del corazón.
El alfiler quería terminar pero ella no.
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