Gritar, aveces, es necesario. Pero hoy soy muda.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Querido Lobo




Pediste un poquito de amor, prometí dartelo...


Prometiste que nuestras madrugadas cálidas
jamás terminarían ni aun cayeran mis ojos ante
la terrible situación de soltarnos de las manos.
Y mis madrugadas ya son iguales,
las tuyas ya ni las siento,
 tus labios que se quarteaban por la sal
el iris de tu ojo izquierdo que parece azúl
mi azúl cielo debajo de mis pies.

Jugabamos a ser grandes, mientras conquistabamos
las tierras, los chascos de nuestras esperanzas, los
días de lluvia, esas gotitas plateadas que caían tan
despacio como para alimentarnos el amor, nuestro
amor que nunca iría a morir y mucho menos ahogarse
en el pacífico, lo sé, jamás sucederá. Ese sabor de
estar enamorado ...

 Prometimos ser uno en la oscuridad, ella y su mirada
macabra que se burlaba de nuestros cuerpos semi desnudos,
empapados de lágrimas y risas, cuentos raros y miedos interiores.
Tu miedo de perderme, el mio de romperte. Eras mi copa de cristal
que me canta una melodía.

Bailamos en la habitación, bosque donde caperocita 
murió siendo virgen y nació de nuevo de tus ideas,
arrastrada por ti hasta el infinito, moldeada mejor
con la carita dulce. Te escribo para decirte gracias 
porque me haz liberado de mi propia cárcel. 
Pero mi egoísmo, querido Lobo,
hizo de ti, plumas que ahora flotan aquí, promesa
que no cumplí y besos que no nos dimos.



No hay comentarios: