Señora, su hija era hermosa, se parecía mucho a usted, aunque tenia el mismo carácter
de su padre, una inventora de primera, buscando siempre cosas que armar, hacer un
avión, construir un barquito de papel, era una nueva científica o arqueologa para esta
generación de débiles. Ella más que todo, era sumamente fuerte, tenia el poder de volar
y encontrar el infinito de las cosas, especialmente descubrió que cualquier ser humano
por más grande que sea, puede caber en el caparazón de una caracola de mar.
Ella era del mar y de los ríos, fluvial y de plumas azules.
Señora, su hija era muy especial, encanto los corazones de todos nosotros en nuestros
primeros días de visita en su casa, pero desde que ella se fue, ya no motivo de estar
aquí, porque eso implica amargarnos la vida con algo que nunca volverá, y si quizás
vuelve, si escuchamos su risa de repente, su álito de luz transparente, o su aroma a
melocotones y mariposas, entonces será solo un recuerdo, un dèjá vu al alma,
su espíritu noble rondando los rincones de la casa, del corazón.
Pero querida Señora, que tanto le consolamos frente a la ausencia y la soledad prematura
de la vida entera, su hija era hermosa, anoche la soñé vestida de ballet como antes,
con un tutu enorme que cuando hacia una pose coqueta el tutu se levantaba y le chocaba
en la cara,subía y bajaba las escaleras con medias largas disparejas, una blanca y otra negra,
sumergida en una atmósfera grisácea, empañada, de rosa pastel, amarillo banana, celeste...
La soñé con el pelo corto, hasta las orejas.
Sin zapatillas de ballet daba vueltas y saltos para impresionarnos,gritaba que la miraran,
que le criticaran sus bailes, se alegraba hasta el fin del día después de un aplauso, así fue
la ultima vez que la vi, ya no tenia el pelo corto, ni largo, solo un pañuelo, le habían quitado los pendientes
de perlitas de mar, pero todavía llevaba ese traje tan peculiar que la hacia ver como
una muñequita de cuerda, de esas que salen en una glorieta de unicornios danzando con
una música triste.
con un tutu enorme que cuando hacia una pose coqueta el tutu se levantaba y le chocaba
en la cara,subía y bajaba las escaleras con medias largas disparejas, una blanca y otra negra,
sumergida en una atmósfera grisácea, empañada, de rosa pastel, amarillo banana, celeste...
La soñé con el pelo corto, hasta las orejas.
Sin zapatillas de ballet daba vueltas y saltos para impresionarnos,gritaba que la miraran,
que le criticaran sus bailes, se alegraba hasta el fin del día después de un aplauso, así fue
la ultima vez que la vi, ya no tenia el pelo corto, ni largo, solo un pañuelo, le habían quitado los pendientes
de perlitas de mar, pero todavía llevaba ese traje tan peculiar que la hacia ver como
una muñequita de cuerda, de esas que salen en una glorieta de unicornios danzando con
una música triste.
En su cama de casa, cubierta de sábanas blancas, sin olor, sin destello, pálida y maquillada
del adiós, el adiós más dulce que nunca habia visto, ella solo cerró los ojos, flojó las manitos,
suspiró, hasta quedarse dormida, así quedó, como dormida por un ser invisible, acurrada
en un nido de paz, parecida a blanca nieves, a la bella durmiente, a una palomita...
No se lamente más, no lo haga, porque todo alguna vez de las manos se nos va, se escapa,
se pierde como por arte de magia, de la nada, y nos deja solo un vacio casi imposible de
llenar. Casi.
Señora, llore cuando sienta la necesidad, alegrese con su recuerdo y sepa muy bien, que
su hija no era débil ante el cáncer, su hija se fue a vivir a otro lugar, el mismo donde
estuvo todos los dias de su pequeña vida, un lugar que todos, hasta yo, he olvidado.
Feliz día.
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